Hablar de moda está de moda.
Pero creo que ceñirla a la tela de la historia y darle un sentido, un poco menos.
La historia se construye y se deconstruye, y también hay que dejar constancia de estos ciclos, como hace Miriam. Ahí vamos.
La verdad es que hay algo en sus fotografías que me sorprende cada vez que me golpea la vista, y lo digo así porque tienen la fuerza del impacto que toda copia de la realidad debe lograr, para ser una buena réplica, indudablemente. Aunque no se trata de Cartier-Bresson en ningún sentido estricto, la foto de Miriam tiene “algo”, si vamos por la línea del contenido: se contradice. Y eso es tan realmente terrible como fascinante. Conocí a esta joven fotógrafa alcoyana cuando la entrevisté por el reportaje de los caballos, junto con Lara, la protagonista de la historia y modelo de la sesión. Aquí me di cuenta de que estética, moda y fotoperiodismo pueden darse la mano, ligeramente, tocándose las yemas de los dedos, pero que no es un pensamiento tan descabellado. Al fin y al cabo, el arte también puede ser incoherente.
La fotografía de Miriam Llácer son personas, en su mayoría chicas de su edad, que la cámara adora. No es un estilo Saudek, que juega con la fealdad y lo superficialmente amorfo para atraer al ojo curioso. Pero según la corriente Estética, lo bello y lo feo son dos caras de la misma moneda. Así que Miriam Llácer es coherente desde este punto de vista. El carácter de sus modelos suele oscilar entre la fortaleza, la dulzura y el desafío. Aparecen como figurantes inertes. A Miriam le encanta darles un toque ‘selfie’. Y, en esta línea pero lejos, sabe manejarse bastante con los retratos –la pieza de Izan es una maravilla-.
El escenario de las sesiones fotográficas de Miriam Llácer es único: las montañas que rodean la ciudad donde viven. Le encanta sumergir a las modelos en el agua, vestirlos con bañadores de otra época y que los peinados también recuerden a tiempos pasados. Eso sí, cuando quiere que chapoteen, ninguna se despeina lo más mínimo. También las sabe camuflar, pero queriendo que destaquen de alguna manera. Es una fotografía limpia, como si, en un sentido metafórico, el filtro hubiera pasado por un toque de lejía: son dos escenas en una, la belleza y la armonía, por un lado, y una construcción demolida, por ejemplo, una antigua fábrica. Y ambas casan y no hay ‘efecto píxel’ no solo a nivel formal, tampoco en el sentido de su historia, la que Miriam quiere contar con cada disparo.
La fotografía de Miriam es un enclave entre pasado y presente, con esbozos de lo que será el futuro. Un cuadro bastante fijo que enmarca el antes y el después. (Marta Rosella Gisbert Doménech)
La muestra de fotografías de Miriam Llácer se inauguró con el evento Gastro Village Fashion Day, el pasado 22 de nov. organizado por Moda Nova Events, y se podrá visitar, hasta este viernes 19 de diciembre, en la sala Pop Gallery de Laseda Gastro Village.